¿Qué es el Virus de la inmunodeficiencia humana (VIH)?
El VIH es un virus que destruye selectivamente algunos de los mecanismos celulares con que el organismo humano se defiende frente a infecciones y tumores, deteriorando así ciertos elementos básicos de nuestro sistema inmune.
Por esta razón recibe el nombre de Virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), causante de del síndrome de la inmunodeficiencia adquirida (SIDA).
Hasta el momento, se han identificado dos tipos: VIH-1 y el VIH-2. El primero, el más frecuente.
¿Cuáles son los síntomas del VIH?
La infección inicial se puede cursar en muchos casos sin producir síntomas, puede también provocar en muchos otros un cuadro clínico parecido a la mononucleosis infecciosa, consiste en fiebre, inflamación de los ganglios del cuello, malestar y erupción cutánea.
En la fase crónica o de latencia, la mayoría de los enfermos no presentan ningún síntoma. Algunos, en especial los drogadictos, pueden presentar una cifra baja en plaquetas. Un número pequeño de pacientes puede presentar alteraciones del sistema nervioso central o periférico.
La fase final se caracteriza por un deterioro progresivo del estado general, que tiene como manifestaciones frecuentes la pérdida del apetito, adelgazamiento, fiebre y diarrea. Aparecen entonces las infecciones oportunistas como neumonía, tuberculosis, infecciones por hongos y virus y los trastornos neurológicos.
¿Cómo se transmite el VIH?
Sabemos hoy que la infección por VIH puede adquirirse a través de los siguientes mecanismos:
Transmisión vertical, de madre a hijo
De gestante infectada al feto (materno fetal)
Durante el parto o lactancia materna (perinatal)
Por transfusión de sangre o administración de derivados de la sangre. A partir de 1985 esta vía ha ido disminuyendo y perdiendo importancia entre las principales causas de transmisión.
Por transmisión sexual, al mantener relaciones sexuales con una persona infectada por el VIH sin utilizar protección.
Por inoculación de sangre infectada:
Al compartir jeringas o agujas usadas por sujetos infectados por el VIH.
Por pinchazo accidental con la aguja procedente de paciente infectado.
Evolución de la infección por VIH
Se suelen distinguir tres fases:
Fase inicial o aguda de varias semanas de duración.
Fase latente clínica en la que el paciente infectado no presenta ningún síntoma. En ella el virus persiste activo dentro de las células, aunque con intensidad muy variable de unos pacientes a otros. Esta fase puede ser de duración muy variable, aunque en la mayoría de los enfermos suele durar de 8 a 10 años.
Fase final o de crisis, clínicamente corresponde a lo que propiamente se ha denominado SIDA. Los nuevos tratamientos han logrado alargar notablemente la expectativa y calidad de vida de los pacientes.
Tratamiento
Actualmente, no existe una cura para el VIH. Una vez que se adquiere la infección, tu cuerpo no puede deshacerse de ella. Sin embargo, hay muchos medicamentos que pueden controlar el VIH y evitar complicaciones. Estos medicamentos se denominan terapia antirretroviral. Todas las personas a las que se les diagnostica el VIH deben comenzar con la terapia antirretroviral independientemente de la etapa de infección o de las complicaciones.
La terapia antirretroviral suele ser una combinación de dos o más medicamentos de varias clases de fármacos. Este enfoque es el que más posibilidades tiene de reducir la cantidad de VIH en la sangre. Existen varias opciones de terapia antirretroviral que combinan varios medicamentos para el VIH en un solo comprimido, que se toma una vez al día.
Mantener una terapia antirretroviral eficaz con una carga de VIH indetectable en sangre es la mejor manera de mantenerse sano. El tratamiento debe reducir tu carga viral con el fin de llegar a ser indetectable en la sangre.
Diagnóstico
El diagnóstico del VIH se realiza mediante un análisis de sangre que identifica algunos de los componentes del virus, principalmente su RNA o los anticuerpos formados frente a algunos de esos componentes.
Existen otras pruebas como Western blot y la determinación cuantitativa del RNA denominada “carga viral” que se han incorporado como prueba de rutina. Esta última es muy útil desde el punto de vista pronóstico y para evaluar la eficiencia del tratamiento. Permite un diagnóstico de infección más precoz que la detección de anticuerpos.